El periodo óptimo para empezar a introducir los alimentos sólidos es entre el séptimo y el décimo mes. Es muy importante que entre estas edades comencemos con la alimentación sólida para que experimenten con las diferentes texturas de los alimentos. Los niños que no introducen en su dieta sólidos en esta etapa podrán experimentar dificultades para masticar y tragar los alimentos posteriormente además de que también puede originar anormalidades en las encías y los dientes.
El rechazo es en principio normal pero debe ir remitiendo a medida que el niño se habitúa a la nueva constitución de los alimentos, y hacer el esfuerzo de masticar.
Hay ocasiones en que el adulto acepta esta negación sin demasiado problema y alargan el periodo de comida no sólida. Muchas veces se debe a el niño es lento para comer o se niega a tomar alimentos sólidos, el adulto opta por una solución rápida y efectiva. Le mezcla todos los alimentos que necesita en su dieta y se lo administra en forma de puré. Así nos aseguramos que el niño está bien nutrido, no obstante esta solución a corto plazo si se mantiene en el tiempo puede dar lugar a un problema a largo plazo.
Con los purés acostumbramos al niño a que no tenga que hacer el mínimo esfuerzo para comer con lo posteriormente se niegue a adquirir los hábitos propios de su edad. Además el niño se acostumbra a la mezcla de sabores y cuando intentamos dárselo por separado no acepta el sabor de la comida.
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